jueves, 16 de octubre de 2008

Y yo que me creía original por hablar de los IgNobel...


Hoy me lo han metido hasta en la sopa. Parece que ahora está de moda encontrar la noticia más friki del momento y proceder con la "exploitation" del tema hasta que aburra. Llego a clase y me encuentro a un compañero con una revistilla de negocios en la que viene un artículo sobre los Premios IgNobel, la versión irónica de los premios Nobel que premian estudios que no suelen redactar la mayoría de doctorandos e investigadores que aspiran a recibir dicho título. Lo peor es que toda esa prensa se lo toma a la ligera, apuntando que esto va de trabajos graciosos sin mas, sin ningún sentido.

Pues no, señores, el premio IgNobel no es eso: bien es cierto que el componente "freak" es condición sine qua non para optar a este galardón, pero la clave del tema es que esto solamente sirva para llamar la atención del lector. El objetivo real es que, después de centrarse en leer algo tan raro, a esa persona le de por pensar detenidamente. Quien lo ha captado a la perfección es Jorge Dioni López, columnista del gratuito "Metro" (y gran amante del baloncesto: muchisimas veces le he visto como mesa en Vistalegre en los partidos del Real Madrid) que hoy hace referencia a estos galardones. Cierto es que, en columnas como esa, uno tiene que buscar a todos los lectores: el caso es que yo voy a ir a por el público objetivo de este blog; porque anda que no hay estudios premiados por los IgNobel que no podamos aplicar al basket.

Quiero concentrarme en uno de ellos puntualmente: para mi, es el que mejor puede relacionarse con lo que esta humilde bitácora pretende. Se trata nada más y nada menos que del Efecto Dunning-Kruger; tras analizar numerosos estudios previos llegaron a la conclusión de que no sólo los más incapacitados se valoran por encima de sus capacidades, sino que no son capaces de valorar a los demás. Arrimando el ascua a nuestra sardina, viene a decir que los más torpes son los que más fardan.



El ejemplo más fácil de encontrar entre los profesionales no es otro que Stephon Marbury: cada vez que abre la boca sube el pan, algo que podría ser menos sangrante si el tío no cobrase veinte millones de dólares por temporada. Ahora, si bien es más común entre los amateurs, se me antoja más preocupante. Hace un par de semanas el Foro de ACB.com se inundó de mensajes riéndose de un chico que intentaba fichar por algún equipo en Málaga y que, post tras post, alardeaba de sus habilidades. Sin embargo, hay algo mas allá de tanto mensaje. Ese hilo, que algunos tomaban por coña, no es otra cosa que un ejercicio particular del Dunning-Kruger a nivel foro: que cada cual lo interprete como quiera.

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