miércoles, 24 de septiembre de 2008

El tiempo no para...

Mucho tiempo libre estoy teniendo en estas vacaciones: si, lo se, se supone que de eso van las vacaciones, pero se me antoja demasiado. Se que en poco más de una semana todo vuelve (y además de golpe), por lo que tendré que poner todo de mi parte para que las cosas funciones. Sin embargo, es pensar en el tiempo libre que he tenido y me empiezo a preocupar.

Cuando tengo un rato muerto en mi vida diaria durante el curso (viajes en metro, noches relajadas) suelo sacar un libro y abrirme nuevos caminos. En estas vacaciones, ni eso: solo le tomé la medida a Chomsky en los ratos muertos del viaje en avión y cuando no podía dormir. Ahora mismo estoy más pendiente de mis sobrinos, pero cuando tengo un descansito me pongo con una película o a ver la tele. En Italia me he sorprendido a mi mismo viendo un concurso para azafatas de un programa.

Heiddeger se estaría frotando las manos ante los dos párrafos anteriores. Si en vez de ponerme a mi como ejemplo, tomara a un jugador de baloncesto (o a cualquier otro de una disciplina profesional de gran repercusión), le entraría un ataque por la situación, perfecta para plantear su pensamiento. Esa idea de tiempo libre como depravación nos deja un panorama preocupante para el deporte nacional. Lo que quiere decir Heiddeger (en resumidas cuentas) es que en cuanto el ser humano tiene presente que ese tiempo libre es algo que no está usando y que sabe que no volverá, entra en razón y entiende lo que es la nada.

En mi faceta como periodista deportivo me ha tocado lidiar con muchos de esos “empleadores de la nada”. Recuerdo que una tarde me tocó despertar a dos hermanos ACB de sus respectivas siestas para hablar con uno de ellos. Otro no tuvo ni siquiera el decoro de devolver la llamada después de mas de 20 perdidas. Pero el ejemplo que me viene a la mente es el de Carlos Suárez: en una entrevista publicada en la revista oficial del Estu, dijo que su programa favorito era “Aquí hay Tomate”. Igual al Chimpa le mola el marujeo o las tetas de Carmen Alcayde, pero voy a intentar meterme en el papel de un jugador y explicar esto.

Cierto es que los profesionales del basket viven de esto, y que han de dedicar mucho tiempo a prepararse partidos, a viajar (mas o menos si juegan en Europa) y a mejorar sus aptitudes en la pista. Las dobles sesiones no solo te dejan muerto, sino que acaban con la mayor parte de tu tiempo: el descanso entre ambas es largo, pero es el tiempo muerto por excelencia. No hay nada que hacer entre las 13 y las 18 horas: el estudio está prácticamente vedado entre esa franja horaria y en estos días la mayoría de la gente come con la única compañía de la televisión. Cualquier rato libre que tengas es un tiempo inútil, dado que no lo usarás para nada. De ahí que la siesta triunfe sin distinción de cupos ni nada parecido (chúpate esa, Llorente).

Las dobles sesiones son necesarias para cualquier deportista profesional: sin embargo, hay formulas que dejarían un tiempo que nuestros atletas podrían aplicar a otras tareas. Los hay que compaginan esto con sacarse una carrera: cada cual a su ritmo, ya, pero lo hacen. No me meteré yo con Alfonso Reyes por tirarse media vida para sacarse Caminos: mas que nada, porque voy siguiendo sus pasos. Ahí se vería quienes malgastan de verdad el tiempo. Creo que después de esto me voy a leer un rato: mira, al menos mi lección de moral afecta a una persona.

PD: Este tema surge al repescar del ostracismo a uno de los mejores columnistas de la historia, David Foster Wallace. Wallace, un habitual de la edición americana de Esquire, falleció hace unas semanas. Conviene recuperarlo de vez en cuando porque es un autor apenas conocido en España y seguro que aquí triunfaría. Este texto inspira esta entrada.

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