En estas fechas tan señaladas toca tirar de tradiciones para matar el tiempo. No me refiero a la típica comida de empresa, el salir a comprar regalos y poner buena cara con personas que no tragas, sino asuntos menos banales. Entre las mías, aprovecho cada año para ver, en torno al 19 de diciembre, “Memoria del Saqueo”, el documental en el que Pino Solanas desglosa el derrumbe argentino; siempre me ha gustado ver como trata el tema el cineasta (efectos sonoros aparte), e intento rescatar de cada visionado un tema concreto. Hoy, en una tarde ligera, he pensado que quizás el termino que menos se desarrolla el objetivo de nuestro análisis.
El caso es que hoy hablaremos del término “deuda odiosa”: no es curioso que mucha gente lo desconozca porque, según palabras de altos cargos del FMI, de tenerse en cuenta debería de condonarse toda la deuda del Tercer Mundo. Lo que es todavía mas curioso es que esto lo hayan inventado los Estados Unidos y para colarsela precisamente a España. En resumidas cuentas, lo que explica este concepto es que las deudas contraídas por los estados y cuyo cometido no ha sido dedicado a asuntos públicos no es lícita; ergo, que la deuda no es pública en tanto no se dedique a asuntos públicos.
En esta época también se ponen de moda, en nuestro deporte, las tan famosas asambleas de socios, juntas de accionistas y demás reuniones en las que se señalan los grandes aciertos de los gestores mientras que se pasan por alto los numerosos errores y fallos. Y como es época de aguinaldos, también se pone de moda eso de pedir: los que tienen deudas apelan a sentimientos variados para solventar esas complicadas situaciones para solventar diversos empréstitos. Ahora, paremonos a pensar en este concepto y meditemos largo y tendido. ¿Son los aficionados los responsables de dicha deuda?, ¿Se han visto beneficiados porque su equipo se metió a gastos que no podía cubrir?
Como decíamos, si llevamos en los términos mas estrictos el concepto de “deuda odiosa” al ámbito del baloncesto, la teoría perdería su peso porque no hablamos de un ámbito público. Sin embargo, el apelar a valores y razones no entra ni por esas en el ámbito de lo privado, aunque sea a cuesta de dinero de los individuos. Un sentimiento de pertenencia a un equipo no deja ser como el de pertenencia a un estado, solo que nos encontramos con guerras prácticamente todas las semanas en las que reafirmar dicho sentido. Los ciudadanos o los aficionados piden cuentas siempre que las cosas van mal, y como en todas partes nos encontramos con gestores hábiles y auténticos papanatas.
Hace una semana, Manu Carreño hablaba de como saldría Ramón Calderón tras la derrota en el Camp Nou, y hemos de decir hoy que dicho pronóstico se ha cumplido: en su último año al frente de la Casa Blanca está optando por salir al mercado a por todas, intentando tapar una crisis que todavía está presente. El caso es que este señor se irá, las arcas madridistas quedarán vacías y habrá que volver a montar el tinglado “one more time”. Los aficionados, en este caso y en los que implican juntas de accionistas son los grandes perjudicados porque precisamente son ellos los que no se benefician: si hubiera beneficios, no serían S.A.D.'s, aunque en su mayoría estas sociedades solo dan pérdidas por una mala gestión.
¿No es entonces culpa de esos gestores que los equipos desaparezcan?, ¿Porque hemos de salir entonces los aficionados a paliar esas dificultades? Porque, por suerte o por desgracia, lo único que tienen al fin y al cabo tanto estados como clubes como auténtico capital es su gente. Sabemos que ellos no pueden vivir sin nosotros, pero pesa mas el hecho de que no podemos vivir sin ellos. Eso si, no hay que dejar que esto nos neutralice...
El caso es que hoy hablaremos del término “deuda odiosa”: no es curioso que mucha gente lo desconozca porque, según palabras de altos cargos del FMI, de tenerse en cuenta debería de condonarse toda la deuda del Tercer Mundo. Lo que es todavía mas curioso es que esto lo hayan inventado los Estados Unidos y para colarsela precisamente a España. En resumidas cuentas, lo que explica este concepto es que las deudas contraídas por los estados y cuyo cometido no ha sido dedicado a asuntos públicos no es lícita; ergo, que la deuda no es pública en tanto no se dedique a asuntos públicos.
En esta época también se ponen de moda, en nuestro deporte, las tan famosas asambleas de socios, juntas de accionistas y demás reuniones en las que se señalan los grandes aciertos de los gestores mientras que se pasan por alto los numerosos errores y fallos. Y como es época de aguinaldos, también se pone de moda eso de pedir: los que tienen deudas apelan a sentimientos variados para solventar esas complicadas situaciones para solventar diversos empréstitos. Ahora, paremonos a pensar en este concepto y meditemos largo y tendido. ¿Son los aficionados los responsables de dicha deuda?, ¿Se han visto beneficiados porque su equipo se metió a gastos que no podía cubrir?
Como decíamos, si llevamos en los términos mas estrictos el concepto de “deuda odiosa” al ámbito del baloncesto, la teoría perdería su peso porque no hablamos de un ámbito público. Sin embargo, el apelar a valores y razones no entra ni por esas en el ámbito de lo privado, aunque sea a cuesta de dinero de los individuos. Un sentimiento de pertenencia a un equipo no deja ser como el de pertenencia a un estado, solo que nos encontramos con guerras prácticamente todas las semanas en las que reafirmar dicho sentido. Los ciudadanos o los aficionados piden cuentas siempre que las cosas van mal, y como en todas partes nos encontramos con gestores hábiles y auténticos papanatas.
Hace una semana, Manu Carreño hablaba de como saldría Ramón Calderón tras la derrota en el Camp Nou, y hemos de decir hoy que dicho pronóstico se ha cumplido: en su último año al frente de la Casa Blanca está optando por salir al mercado a por todas, intentando tapar una crisis que todavía está presente. El caso es que este señor se irá, las arcas madridistas quedarán vacías y habrá que volver a montar el tinglado “one more time”. Los aficionados, en este caso y en los que implican juntas de accionistas son los grandes perjudicados porque precisamente son ellos los que no se benefician: si hubiera beneficios, no serían S.A.D.'s, aunque en su mayoría estas sociedades solo dan pérdidas por una mala gestión.
¿No es entonces culpa de esos gestores que los equipos desaparezcan?, ¿Porque hemos de salir entonces los aficionados a paliar esas dificultades? Porque, por suerte o por desgracia, lo único que tienen al fin y al cabo tanto estados como clubes como auténtico capital es su gente. Sabemos que ellos no pueden vivir sin nosotros, pero pesa mas el hecho de que no podemos vivir sin ellos. Eso si, no hay que dejar que esto nos neutralice...
No hay comentarios:
Publicar un comentario