martes, 4 de noviembre de 2008

"Got to be the shoes..."

El mejor candidato, sin lugar a dudas...


Los que me conocen saben que si hay algo que me vuelve loco en este mundo son las zapatillas. La semana pasada mis compañeros de trabajo ponían caras cuando les explicaba ciertas cosas de mi particular hobby y les hablaba de lo mucho que algunas personas pueden pagar por un modelo concreto. Aunque parezca mentira, hay gente que va mirando hacia abajo tan solo por ver los pies de los demás.

Hablo de esto porque estamos en el final de la campaña electoral americana, con los mensajes publicitarios ya finalizados y los mitines cerrados. Toca ahora hacerse con las "tres P's": paciencia, Prozac y papel picado (lease confetti) y esperar. Sin embargo, hay gente que, ajena a los aparatos burocráticos, quiere apostar por el cambio y el voto. Kevin Garnett y Tracy McGrady lucirán esta noche zapatillas en las que piden el voto (a título global, ni para uno ni para otro).

La iniciativa, que según puede leerse en "The Sports Culture", forma parte de una plataforma que aboga por la participación ciudadana en un país que vota menos de lo que el mundo espera* (aunque este año si que hay un alto índice de participación). Sin embargo, uno de los autores de esta bitácora no entiende porque ha de existir una relación entre deporte y política. Partiendo de la base de que es una de las patas que sostiene este blog, no tengo mas remedio que intervenir... pero para darle la razón al autor.

Establecer hasta cierto punto en que influye la participación en el resultado puede servir para sostener el planteamiento en primera instancia, pero creo que el análisis de B-Reezy va mucho mas allá. Nosotros vivimos en una sociedad deportiva completamente politizada, con grupos ultras de diversas tendencias extremas, equipos "del gobierno" o con las disputas entre diferentes federaciones territoriales que generan a su vez ligeras riñas entre sus asociados. No podemos evitar meter la política en el deporte porque el propio deporte se tiñe de reivindicaciones políticas, bien por parte de los rectores de los entes como por parte de sus aficionados: quien no haya oído decir que el Real Madrid es "un equipo de fachas" o que San Mamés está "lleno de terroristas", pocas horas ha pasado en cualquier bar español.

Vivimos en una sociedad a la que no le interesa la posición política de un deportista, pero en cuanto se conoce la misma, se la critica. No es algo que importe a la población española, pero siempre hay alguien que carga ante los dispares sentimientos nacionalistas y políticos de hombres tan peculiares como Oleguer y Salva. Nuestro particular caracter nacional, con las marcadas diferencias entre distintas autonomías, nos dictan unas formas y unos fondos que aplicamos a cualquier ámbito. Aunque parezca mentira, hasta cuando mentamos el deporte tenemos la política en la punta de la lengua.


Precisamente por eso coincido con B-Deezy en el hecho de que en los Estados Unidos de poco sirve relacionar deporte y política. ¿Que afinidad política puede asociarse a una franquicia? Claro que se acercan al político que les ofrezca mejores condiciones, menos impuestos y demás... pero les dará igual el animal, burro o elefante. El sentimiento de pertenencia de un equipo NBA a una ciudad concreta puede cambiar tanto como lo hacía Wilt Chamberlain de compañera de cama. Si pasamos al parquet, el tema toma tintes todavía mas surrealistas: ¿a quien votaría un chico que de la noche a la mañana pasa de un humilde barrio negro a una gran casa en la urbanización de turno? Gilbert Arenas lo expresó mejor que nadie en su blog, y a las pruebas me remito. La influencia en la juventud de los ídolos deportivos en lo referente a la decisión electoral puede ser amplia, claro, pero por el mero hecho de ser ídolos, no porque sean deportistas. De ahí que los partidos políticos sumen a sus filas a figuras de todos los ámbitos, para abarcar todo el espectro posible.

En resumidas cuentas, llevar a un mismo plano las "majors" americanas con la política se me antoja imposible, del mismo modo que llevar la política americana a cualquier otro ámbito. En un país donde la participación política se limita a los comicios, donde la política de verdad importa cada cuatro años, poco pueden aportar los deportistas profesionales. El día que alguno de estos pipones que cobran millonadas invierta en plantaciones en Liberia, hablamos. Si al final, el único que va a tener razón en todo esto es Jordan: "demócratas, republicanos... al final, todos compran mis zapatillas" . Como diría Rajoy, "todavía nos vestimos por los pies..."

PD: Me gustaría que ganara Obama, pero se verá afectado seguramente por la "Bill Bradley's Curse".

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